La piel es un órgano conectado directamente con el cerebro, las terminaciones nerviosas, captan, procesan y transmiten gran cantidad de estímulos en nuestro día a día, y estos se reflejan en nuestra epidermis.
El aspecto de nuestra piel es a menudo el espejo de nuestra salud física y emocional.
El sistema inmunitario disminuye su actividad ante el estrés, y esto se puede traducir en la aparición de muchas alteraciones dermatológicas.
-La aparición de herpes en los labios o los orzuelos podría ser signo de intranquilidad y nerviosismo.
-La urticaria, se relacionan a menudo con la depresión.
-El acné tardío, indica situaciones de cansancio y estrés.
-El prurito, ansiedad y angustia.
-La alopecia, en muchos casos, se puede relacionar con una pérdida emocional.
Otros formas de de expresión:
-Un estado de estrés, vergüenza o ira, pone la piel roja y aumenta la temperatura corporal.
-Ante el miedo se vuelve pálida.
-El sudor en exceso reflejan estrés y tensión.
-Una piel opaca puede deberse a una situación de tristeza o desilusión.
–Está radiante cuando estamos felices.
–Se eriza ante un estímulo placentero…
En conclusión, escuchar nuestras emociones, y aprender a gestionarlas, mejora nuestro bienestar y esto se refleja en el aspecto de nuestra piel. Aunque hay que reconocer que no siempre es un trabajo fácil.
By: Yadira Hidalgo